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Pruebas, evidencias y muchas albricias, aquellas que contienen los libros de la Torá existentes hoy en manos de sus seguidores; lo que confirma la veracidad del Profeta Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam)
Pruebas, evidencias y muchas albricias, aquellas que contienen los libros de la Torá existentes hoy en manos de sus seguidores; lo que confirma la veracidad del Profeta Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) en su Da‘wa y Mensaje, y que es el último de los enviados como misericordia para los mundos. Y esto proporciona la prueba irrefutable a la gente de este libro, afirmando la fe de los creyentes.
Sin embargo, los judíos quisieron, con toda su fuerza y determinación, borrar la luz que está entre sus manos, así que tergiversaron y modificaron el libro de Al-lâh, la Torá. Y de entre lo que borraron sobre su verdad, deformando su imagen, están las albricias divinas acerca de la venida del último profeta, Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam); y esto por no creer que cualquier otra nación salvo ellos podría alcanzar el resurgimiento mundial esperado, para el camino recto de Al-lâh, y porque el último profeta era de la descendencia de Ismael (AS) y no de la de Isaac (AS) como estaban siempre acostumbrados. Así pues, esto aumentó su odio y rencor más aún, por lo que utilizaron toda su fuerza para deformar la verdad del último Profeta, Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) y la religión de la verdad, el Islam.
El versículo del noveno capítulo del Génesis, de la Torá, dice: “Cuando Agar dejó a Sara, y el rey le habló diciendo: Oh Agar, ¿de dónde vienes? ¿Y a dónde te diriges? Y ella le explicó la situación, él dijo: vuelve, ya que aumentaré tus descendientes y plantas hasta ser incontables, quedarás embarazada y darás a luz a un hijo varón de nombre Ismael; pues Al-lâh escuchó tu humillación y sumisión, y tu hijo será el jefe de la gente, su poder estará sobre todos, y el poder de todos estará en él, y su nación estará junto a la de todos sus hermanos”[1].
También Ibn Al Qayyem dijo: “Es bien sabido que el poder de los hijos de Ismael antes de la misión de Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), no estaba en los hijos de Isaac; sino que estaba en las manos de estos últimos, los cuales tenían la profecía y el libro, y entraron en Egipto en el tiempo de Yûsuf (AS) junto con Jacob (AS). Así que los hijos de Ismael no tenían ningún poder sobre ellos; luego, salieron de allí cuando fue enviado Moisés (AS), y junto a él eran la gente más orgullosa de la tierra, y nadie tenía poder sobre ellos. Por eso, estaban con Josué (AS) hasta el tiempo de David ( AS) y el reino de Salomón (AS); el reino que no fue dado a nadie más, así que el poder de los hijos de Ismael no estaba sobre ellos. Después, Al-lâh envió a Jesús, y ellos lo negaron y desmintieron, por lo que acabaron con Él por desmentirles, les quitó su reino y se sometieron al gobierno de los romanos, persas y otros, y en ese momento, el poder de los hijos de Ismael no estaba sobre ellos, tampoco estaba sobre nadie tenia ningún poder, hasta que Al-lâh envió a Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) con su Mensaje, y lo honró con su profecía, de modo que tras su misión, el poder de los hijos de Ismael se volvió sobre todos, y no quedó en la tierra un poder mayor que el suyo; ya que oprimieron el dominio de los persas, romanos, turcos y dailamitas, también derrotaron a los judíos, cristianos, zoroástricos, sabeos e idólatras; así que apareció la interpretación del dicho de la Torá: “Su poder estará sobre todos”. Esta es una orden constante hasta el fin del tiempo.
Los judíos dijeron: “Nosotros no negamos esto, pero esta es una albricia sobre su reino, aparición y sujeción, no sobre su Mensaje y profecía”. Los musulmanes dijeron: “El reino se divide en dos: un reino que no tiene profecía, sino que es un reino opresor autoritario, y otro que es una profecía en sí; y la albricia no se refería al primer reino, sobre todo si su dueño pretende la profecía y el mensaje, diciendo mentiras y calumnias sobre Al-lâh; pues, es una persona mala, disoluta e incrédula, por lo que la albricia no le toca a su reino, sino que le advierte de su tentación, así como ocurrió con la del Anticristo, y esta es una maldad de Senaquerib y Nabucodonor II y los reyes injustos y libertinos quienes dicen mentiras sobre Al-lâh. Así que las noticias no se consideran albricias, ni alegran a Agar y Abraham, tampoco nadie se lo anunció, ni será una recompensa para ella por su humillación y sumisión, ya que Al-lâh la escuchó y exaltó a dicho bebé y le dedicó una nación grandiosa, lo que para los ingratos es como decir: darás a luz a un opresor injusto quien oprimirá a la gente con la falsedad, matará a los siervos creyentes de Al-lâh, insultará a sus mujeres, tomará ilícitamente su dinero, cambiará las religiones de los profetas, dirá mentiras sobre Al-lâh, etc. Por lo tanto, quien piense que estas albricias se refieren a esto, es la persona más calumniadora sobre Al-lâh, y esto no excluye s ninguna nación de la ira, los asesinos de los profetas y la gente calumniadora y falsa”[2].
A pesar de estas deformaciones consecutivas a lo largo de las épocas sucesivas a la Torá, quedaron algunos textos que indican claramente la existencia del último Profeta, que Moisés (AS) anunció para su nación.
Ibn Taîmîa dijo: “He visto en las copias de los Salmos lo que declara de la profecía de Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) con su nombre, y he visto otra copia en los Salmos pero que no decía lo mismo; entonces, no es imposible que en algunas copias haya de las características del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) lo que no hay en otras”[3].
Y si queremos algunas de estas declaraciones o albricias, entonces cuando Babilonia cayó en manos del rey de Persia en el año 538 a.C., se permitió a los judíos regresar a Palestina –después de que el jefe caldeo, el famoso Nabucodonosor II, los había encarcelado, así como se les permitió reconstruir Jerusalén y el templo. Y cuando se pusieron las bases para construir el nuevo templo, los judíos gritaron de alegría, y durante dicha ocasión, Al-lâh envió al profeta “Hageo”, quien les dijo: “y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.”[4].
Los comentaristas judíos y cristianos dieron gran importancia a la doble promesa contenida en la profecía antes mencionada, y ambos entendieron la palabra “Deseado” como una profecía judío-cristiana. Pues, si se interpretara dicha profecía según el mero significado de “Deseado” y “paz”, (ella) se convertiría en nada, sino únicamente deseos oscuros sin sentido, pero si entendemos de la palabra “Deseado” que es un personaje real, y de “paz” que es una religión revelada y una fuerza eficaz, entonces esta profecía llega a ser sincera y representada en el personaje de Ahmad y la religión del Islam; eso debido a que dichas palabras refieren precisamente a las palabras: “Ahmad”, e “Islam”[5].
Además, Abdul Ahad Dâwûd[6] confirmó que los orígenes de esas dos palabras, indican claramente la albricia de la Torá sobre Mohammad y la religión del Islam; ya que en la antigua lengua hebrea, significa el gran deseo, el deseado o lo que el hombre anhela, y el sentido de su verbo es alabar y elogiar.
Y de las albricias que vinieron en la Torá también, está lo que fue citado en el Libro de Isaías, en el capítulo 42: “Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita Cedar[7]; canten los moradores de Sela, y desde la cumbre de los montes den voces de júbilo. Den gloria a Jehová, y anuncien sus loores en las costas.”[8].
Este texto es claramente anunciador de la llegada de Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam); ya que señaló los países árabes, que son la tierra donde Cedar hijo de Ismael vivió, y le pidió exultar. Lo extraño es que el texto bastó con indicar a Cedar, quien es el abuelo del Profeta Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), sino que mencionó la tierra de emigración del Mensajero, o sea Medina; pues dijo: “canten los moradores de Sela”, y esta última es una montaña a la puerta de Medina, y es su nombre hasta ahora, el cual en la lengua hebrea es “Sâli‘”[9].
El texto anterior nos alude al camino de la contemplación y la investigación sobre por qué los judíos se establecieron en Medina y sus alrededores. Ellos estaban en lo cierto de que el último Profeta residiría en Medina, la cual entre sus signos está la montaña de Sela, mencionada en su Torá como la albricia precedente. Así que desearon que fuera de ellos y entre ellos, y es bien sabido que ellos siempre intimidaban a las tribus de Al Aws y Al Jazraÿ, del último Profeta, quien saldría de entre ellos, y quien se liberaría de ellos y de aquellos que tenían su misma naturaleza.
Los judíos en Medina y su alrededor, conocían la descripción del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) y la proximidad de su aparición, y esto es lo que Ibn Sa‘d afirma en su libro “At∙Tabaqât” con cadena de narración continua bajo la autoridad de Ibn ‘Abbâs (que Al-lâh Esté complacido con él), diciendo: “Los judíos de Quraydha, An∙Nadhîr, Fadk y Jaybar encontraban la descripción del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) antes de su misión y que el territorio de su emigración sería Medina”[10]. Esto es una prueba clara de la Torá y de la realidad histórica acerca de la albricia sobre el último Mensajero, Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam).
Estas son algunas albricias que fueron mencionadas en la Torá sobre el Profeta Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), pero no hay espacio aquí para presentar más, e indican claramente la sinceridad del Mensajero en cuanto a lo que transmitió del Señor del mundo.
[1] Capítulo 16 de Génesis, transmitido de Ibn Qayyem Al Ÿûziyya: Hidâiat Al Hayârî, pág. 147.
[2] Ibn Qayyem Al Ÿûziyya: Hidâyat Al Hayâra Fî Aÿwibat Al Yahûd Wa An∙nasâra, pág. 148, 149.
[3] Ibn Taymiya: Al Ÿawâb As∙sahîh 3/50, 51.
[4] Libro de Hageo 9/7-9.
[5] ‘Abdul Ahad Dâwûd: Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) como fue citado en el libro de los judíos y los cristianos, pág. 36, 37
[6] Abdul Ahad Dâwûd: es el clérigo David Benjamin Keldani. Nació en el año 1867 d.C., y era un sacerdote de los Romanos de la secta de Keldan. Después de abrazar el Islam, se llamó Abdul Ahad Dâwûd y compuso el libro “El Evangelio y la cruz”, y “Mohammad en el Libro Sagrado”. Consulte una parte de su vida en el prólogo del libro: Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) como fue citado en el libro de los judíos y los cristianos, pág. 5-8.
[7] Cedar: es el hijo del profeta Ismael (AS).
[8] Libro de Isaías 42/11-12.
[9] Fâdil Sâlih As∙Sâmrâ’î: La profecía de Mohammad de la duda a la certeza, pág. 253.
[10] Mohammad Ibn Sa‘d: At∙Tabaqât Al Kubrâ 1/104.
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